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Las consecuencias silenciosas del uso inadecuado de la pólvora

18 diciembre, 2025 - 8 min de lectura

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Las consecuencias silenciosas del uso inadecuado de la pólvora

La temporada decembrina llega cada año con luces, música y encuentros familiares, pero también con una realidad que se repite y deja marcas profundas. Durante la temporada 2024–2025, el Instituto Nacional de Salud registró 1.342 personas lesionadas por pólvora en Colombia, entre ellas 397 menores de edad y 945 adultos.

Más que cifras, cada caso representa un hogar cuya celebración se vio interrumpida por una emergencia inesperada; una noche que debía estar llena de risas y abrazos terminó en una sala de urgencias, con miedo, dolor y preguntas que nadie debería hacerse en plena Navidad.

¿Cómo puede afectarnos el mal uso de la pólvora?

Aunque solemos pensar que la pólvora provoca únicamente quemaduras superficiales, la realidad es mucho más seria. Las lesiones más frecuentes incluyen:
• Quemaduras profundas que requieren cirugías reconstructivas.
• Amputaciones.
• Pérdida parcial o total de la visión.
• Daños permanentes en la audición.
• Traumas emocionales, especialmente en niños.
• Procesos de rehabilitación largos y costosos.

Más allá de las consecuencias físicas, muchas familias enfrentan también un impacto psicológico y, en algunos casos, económico. La vida cotidiana cambia, los roles se transforman y el recuerdo de lo ocurrido queda marcado para siempre.

El riesgo invisible: el fósforo blanco y sus efectos en la salud

Desde la perspectiva de la toxicología clínica, el uso de pólvora —frecuente en celebraciones— representa un riesgo grave y subestimado para la salud, especialmente por la exposición al fósforo blanco, un tóxico de alta letalidad.

“El fósforo blanco no solo produce quemaduras químicas profundas en la piel y las mucosas; también puede absorberse por vía dérmica, inhalatoria o gastrointestinal, generando una intoxicación sistémica con compromiso multiorgánico”, explica la Dra. Alejandra Bello, toxicóloga de LaCardio.

Este compuesto tiene como uno de sus principales órganos blanco el hígado, con riesgo de hepatitis tóxica y falla hepática fulminante. Sin embargo, también puede afectar el corazón —provocando arritmias potencialmente fatales—, el riñón, el sistema nervioso central y el equilibrio metabólico.

“La evolución clínica puede ser engañosa. Puede haber una fase inicial aparentemente leve, seguida de un deterioro súbito horas o días después. Por eso insistimos en que la pólvora no es un juego: ante cualquier exposición se requiere atención médica inmediata en centros de alta complejidad, ya que no existe un antídoto específico y el manejo oportuno puede marcar la diferencia entre la recuperación y un desenlace fatal”, señala la Dra. Bello.

¿Y nuestros peludos?… Ellos también sufren en silencio

La afectación no se limita únicamente a las personas. Nuestros animales de compañía y la fauna silvestre viven los estallidos de pólvora como amenazas directas. El ruido intenso —que para ellos puede ser hasta cuatro veces más fuerte que para los humanos— desencadena:
• Miedo extremo y ansiedad.
• Taquicardia y estrés agudo.
• Desorientación y huida, lo que aumenta el riesgo de atropellos y extravíos.
• Accidentes fatales.
• En casos graves, colapsos o muerte por pánico.

Para un perro, un gato o un ave, la pólvora no es espectáculo: es terror. Cada diciembre se reportan miles de animales perdidos, heridos o que requieren atención urgente por crisis asociadas al ruido.

Una decisión que cuida a quienes más amamos

En LaCardio conocemos de cerca la otra cara de diciembre: la de familias que llegan con angustia y dolor. Estas historias nos recuerdan que la prevención no es un mensaje repetido, sino una elección que puede cambiarlo todo.

Elegir una Navidad sin pólvora no le quita brillo a la celebración. Al contrario, la hace más segura, más consciente y coherente con lo que realmente queremos proteger: la vida, la tranquilidad y la salud de quienes amamos… nuestros seres queridos y nuestros peludos.

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