Vacaciones bajo el sol: lo que debes saber para cuidar tu piel

Las vacaciones suelen asociarse con descanso, viajes y tiempo al aire libre. Pero mientras la agenda se relaja, la piel, el órgano más extenso del cuerpo, enfrenta uno de sus mayores desafíos del año. Exposición prolongada al sol, cambios bruscos de clima, agua salada o clorada y rutinas irregulares de sueño y alimentación pueden convertirse en una combinación silenciosa de riesgo si no se toman medidas a tiempo.

Especialistas en salud coinciden en que el cuidado de la piel no es solo una cuestión estética. Es, ante todo, una decisión de bienestar y prevención.

¿Cómo podemos protegernos del sol?

La radiación ultravioleta sigue siendo el principal factor ambiental asociado al envejecimiento prematuro de la piel y al desarrollo de cáncer cutáneo. En épocas de vacaciones, la exposición suele ser más intensa y menos consciente.

“Recuerda protegerte del sol. La exposición puede producir quemaduras y, en exceso, aumentar el riesgo de cáncer de piel. La mejor forma de protección son los medios físicos”, explica la Dra. Daniela Reyes, dermatóloga de LaCardio. En esta temporada, recomienda priorizar la sombra, el uso de sombrillas y la ropa con protección solar certificada.

Estas medidas deben complementarse con el uso adecuado de protector solar de amplio espectro, con un factor de protección igual o superior a 30, aplicado de forma generosa y reaplicado con regularidad.

Protector solar: cómo elegirlo y usarlo bien

No todos los protectores solares ofrecen la misma protección en contextos de playa o piscina. Elegir el producto adecuado marca la diferencia.

“Al escoger tu protector solar, es importante fijarse en que tenga el etiquetado de ‘resistente al agua’. Esto significa que puedes permanecer en el agua hasta 40 minutos con protección activa”, señala la Dra. Reyes. “Si vas a estar en la piscina o en la playa, debes reaplicarlo una vez haya pasado este tiempo o antes si te secas con la toalla”.

La reaplicación frecuente es una de las recomendaciones más incumplidas, y también una de las más importantes para reducir el daño solar acumulado.

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Cuidado con las reacciones inesperadas

Durante las vacaciones, el contacto con ciertos alimentos o sustancias también puede generar reacciones cutáneas al exponerse al sol.

“Vamos a estar en la playa o en la piscina, y si tienes contacto con cítricos como el limón, evita exponerte al sol, porque puedes presentar quemaduras conocidas como ‘verloque’”, advierte la Dra. Estas lesiones, técnicamente llamadas fitofotodermatitis, pueden causar manchas y ampollas dolorosas.

¿Por qué es importante la hidratación en nuestra piel?

El calor incrementa la pérdida de líquidos, y la piel suele ser la primera en evidenciarlo. Sequedad, descamación o sensación de tirantez son señales tempranas de deshidratación.

Beber agua con regularidad, incluso sin sentir sed, y mantener una alimentación rica en frutas y verduras favorece la elasticidad y la función protectora de la piel. A esto se suma el uso de cremas humectantes, especialmente después de la exposición solar o el contacto con agua salada o clorada.

Menos excesos, más cuidado

Durante las vacaciones también aumentan los cambios en la dieta, el consumo de alcohol y la alteración de los horarios de sueño. Estos factores influyen directamente en la capacidad de la piel para regenerarse.

Dormir bien, moderar el alcohol y evitar el uso excesivo de productos cosméticos o exfoliantes ayuda a preservar la barrera natural de la piel, que ya está sometida a un mayor estrés ambiental.

Nuestra piel también habla de prevención

Desde la medicina preventiva, observar la piel es una forma de escuchar al cuerpo. Cambios en lunares, manchas nuevas, lesiones que no cicatrizan o irritaciones persistentes no deben pasarse por alto, incluso en vacaciones. Consultar oportunamente nuestros especialistas y no postergar la valoración médica es una forma de cuidado responsable.

En LaCardio, entendemos el cuidado de la salud como un acto cotidiano de conciencia y protección. Disfrutar las vacaciones también implica tomar decisiones informadas que nos permitan regresar con bienestar, no con alertas evitables. Cuidar la piel es, en esencia, cuidar la vida.