Cáncer de seno y corazón: cuando dos realidades convergen

El cáncer de mama es la neoplasia más frecuente a nivel mundial (GLOBOCAN 2022). En Latinoamérica y el Caribe: Es la principal causa de muerte por cáncer en mujeres. Anualmente, se diagnostican más de 462,000 mujeres y cerca de 100,000 mueren por esta causa en la región (Fuente: OPS/OMS). Cada vez los avances del tratamiento dirigido y estandarizado han mejorado la supervivencia hasta un 95%.

Esto ha generado una paradoja de la supervivencia, a medida que mejoran estas cifras, las pacientes viven lo suficiente para enfrentar los efectos a largo plazo de las terapias, y además según los factores de riesgo tener más probabilidad de enfermedad cardiovascular.

Un estudio de la Universidad del Rosario (Colombia) que analizó pacientes con cáncer de mama y linfoma tratados con antraciclinas, encontró una incidencia de cardiotoxicidad del 13.6% en el grupo específico de cáncer de mama.  El riesgo de insuficiencia cardíaca (IC) con Doxorrubicina es altamente dependiente de la dosis: 3-5% en dosis estándar (400 mg/m²), pero se dispara hasta un 18-48% en dosis acumuladas altas (>700 mg/m²) (Fuente: Sociedad Española de Imagen Cardíaca).  Un estudio regional (Uruguay, pero citado como consistente con otros estudios latinoamericanos) sobre pacientes con cáncer de mama HER-2 positivo, reportó una incidencia de cardiotoxicidad del 23.4% Este estudio también notó que en el esquema TCH (Taxanos, Carboplatino, Trastuzumab), la incidencia de cardiotoxicidad fue del 40%.

Un estudio reciente (2025) de la Universidad El Bosque en la Clínica Los Cobos (Bogotá), analizó a 94 pacientes con cáncer de mama (Fuente: U. El Bosque). Usando las escalas de riesgo europeas (ESC), clasificaron al 20% como de riesgo alto o muy alto de cardiotoxicidad.

La asociación de cardiotoxicidad con factores muy prevalentes en nuestra población: edad > 55 años, HTA, Diabetes Mellitus tipo 2 y tabaquismo.

Además, terapias hormonales comunes en supervivientes (como los Inhibidores de Aromatasa) pueden aumentar el colesterol y el riesgo de diabetes, empeorando el perfil cardiovascular (Fuente: Revista Colombiana de Cancerología).

Mecanismos de interacción: más allá del cáncer

• Cardiotoxicidad inducida por tratamiento: Fármacos oncológicos como antraciclinas y trastuzumab pueden alterar directamente el músculo cardíaco, reducir la fracción de eyección o alterar el tejido miocárdico.
• Irradiación torácica: La radioterapia en el lado izquierdo del tórax puede exponer estructuras cardíacas a dosis que incrementan el riesgo de enfermedad coronaria, sobre todo si no hay protección adecuada.
• Inflamación sistémica y estrés oxidativo: Los tumores, el microambiente oncológico y las respuestas inmunes pueden inducir inflamación vascular que favorece aterosclerosis y daño endotelial. Un estudio reciente señala que la enfermedad isquémica cardíaca puede exacerbar progresivamente el cáncer de seno por mecanismos inmunitarios cruzados
• Factores de riesgo compartidos: Obesidad, hipertensión, diabetes y sedentarismo —todos comunes en supervivientes de cáncer— también favorecen enfermedad cardiovascular. En un estudio regional en Colombia, pacientes con peso elevado tuvieron un 11,94 % de cardiotoxicidad durante la quimioterapia. Además, la contaminación ambiental está en ambos riesgos de potenciar ambas enfermedades

El desafío de la supervivencia extendida

Con las mejoras en el tratamiento oncológico, muchas mujeres viven más allá del cáncer. Pero esa supervivencia trae un nuevo reto: la vigilancia cardiovascular de largo plazo. De hecho, investigaciones muestran que siete años después de completar tratamiento contra el cáncer de seno, las mujeres tienen casi el doble de riesgo de morir por causas cardíacas que mujeres sin historial oncológico.

“En Cardio-oncología evaluamos cada paciente de cáncer de seno como un caso cardiovascular también: antes, durante y después del tratamiento”, comenta el Dr. Carlos Ortiz, jefe de cardiología clínica y Cardio-oncología en LaCardio.

La coordinación entre oncología y cardiología es clave: evaluar función cardíaca baseline (ecocardiograma, biomarcadores), monitorear en tiempo real durante el tratamiento, y seguir con controles prolongados

La perspectiva femenina

Para las mujeres, los efectos pueden sentirse de forma más silenciosa: fatiga, palpitaciones, intolerancia al ejercicio, incluso síntomas sutiles que pasan desapercibidos. La Dra. Karen Dueñas, cardióloga experta en salud de la mujer, afirma: “La mujer con cáncer de seno necesita un plan cardiovascular personalizado. No basta con tratar el tumor: debemos anticiparnos al corazón, porque es allí donde sobreviven muchas de ellas.”

Ella subraya que los seguimientos deben extenderse más allá de los primeros 2 o 5 años, especialmente si hubo tratamientos con efectos cardíacos potenciales.

Recomendaciones para proteger tu corazón

1. Evaluación cardiovascular completa e integral previa al tratamiento: incluir ecocardiograma, strain miocárdico y biomarcadores (NT-proBNP, troponinas).
2. Monitoreo durante y después del tratamiento: detección precoz de disfunción ventricular es clave.
3. Control de factores de riesgo: manejo estricto de sedentarismo, alimentación, hipertensión, dislipidemia, obesidad y diabetes
4. Estilo de vida saludable: ejercicio regular, dieta balanceada, abandono del cigarrillo.
5. Colaboración interdisciplinaria: oncólogos, radios terapeutas, cirujano de seno, cardiólogos, internistas y atención primaria deben trabajar juntos.

Conclusión

El vínculo entre el cáncer de seno y la salud cardíaca no es un tema periférico: es central para asegurar que la supervivencia no solo se prolongue, sino que también tenga calidad. En LaCardio, nuestro enfoque de cardio-oncología busca cuidar el corazón sin descuidar la vida, hacemos un llamado  a pacientes, médicos y comunidad a asumir este reto con conciencia: proteger el corazón es parte del tratamiento del cáncer.